9.3.10

La silla


Una silla a mitad de la habitación.
Habitación decorada con un toque de amor, cuadros de ilusión colgados en la pared, fotos de planes futuros por doquier, un brote de aire fresco y limpio se respiraba dentro.
Sonreí.
No podía existir nada mejor. A lo lejos se escuchaba el rugir del cielo, anunciaba la radio una tormenta; pero el sol aun pintaba de luz la habitación...
Un parpadeo, todo se lleno de penumbras, la luz brillante y blanca de los relámpagos iluminaba las paredes ahora vacías, cuando después del mortal silencio del relámpago, llegaba con fuerza el ensordecedor estruendo del trueno.
Miedo, tuve miedo.
A mi lado, en otra silla, se encontraba el, lo mire a los ojos, tome su mano, y en silencio me dijo: "tranquila, la tormenta pasara dentro de poco".
Otro parpadeo, y sentí frío.
Su mano ya no me sujetaba.
Al mirar la habitación comprendi que no era la misma, no había cuadros, ni fotos, ni el toque de amor, solamente podía ver ventanas, cerradas, oscuras, en las que se dibujaban siluetas de personas, resultando sus rostros borrosos un tanto familiares.
Me miraban fijamente.
Otro relámpago, un trueno, y las siluetas tomaron forma, mostrándome de lleno sus rostros de ojos apagados y furiosos, con su brazo derecho levantado, señalándome con el dedo índice, todos y cada uno de ellos.
Mire a mi lado y me encontraba sola, rodeada de esa gente que comenzaba a murmurar cosas que no podía comprender...
Seguían señalándome, murmurando, palabras hirientes, con la intención de lastimar...acercándose poco a poco hacia mi, mostrándome sus perfectos dientes afilados, sacando su lengua venenosa...acusándome de un millón de pecados...
Quise gritar, mas de mi boca no salio sonido alguno; solo podía sostenerles la mirada, alejándome a paso lento de sus dedos...
Un jardín.
Se escucho el sonido fuerte de una puerta al cerrarse justo en mi nariz.
Los murmullos se fueron alejando...
Relámpago, trueno!
Comenzo a llover pétalos de flores de todos los colores...al golpear la lluvia multicolor mi cuerpo, podía sentir los pétalos como si fueran piedras, provocandome heridas ahí donde tocaran; con cada golpe escuchaba sus murmullos de insultos ir y venir, mientras mi piel sangraba...
Los escuche hasta perder el sentido; ahí, en ese jardín desconocido, tirada, ensangrentada, perdida...morí.

Me despertó el un canto angelical.
Abrí los ojos, y la luz intensa de su mirada azul me llego al alma, su mano pequeña y caliente sostenía mi mano.
Al ver mis ojos abiertos me envolvió en su abrazo tierno, cálido...invitándome en un susurro a mirar al rededor...
Una habitación brillante, con todos los colores del mar infinito, mezclados con su piel blanca y brillante de niño...había llegado a casa, al fin todo se sentía vivo, justo aquí, donde todo es completamente mio.

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A veces el amor une a dos seres que no saben nadar, y viven en dos islas distintas...